Carta desde la Misión (011)
Queridos
amigos de la misión.
“¡Que alegria cuando me dijeron: vamos a la
casa del Señor!”
Lo que
parecía un sueño inalcanzable se ha hecho ¡por fin! realidad. El 30 de Agosto
del Año Santo del 2000 nuestro obispo Mons. Francisco Ozoria consagró
nuestra iglesia de Gautier bajo la
advocación de Santa María Madre de la
Misericordia.
Fue una
tarde inolvidable, una página arrancada de los santos evangelios. Ya durante su
visita pastoral allá por Mayo del ´98, nuestro obispo – que celebraba la santa
misa bajo una lona sujetada con cuatro palos y unas pobres sogas - dijo al
mínimo grupo que allí se había congregado que: “un día construiremos un templo
pero el templo que de verdad desea el Señor está hecho de piedras vivas”. Pues
hermanos, piedras vivas le dimos y no para hacer una capillita sino para una
auténtica catedral.
En esa
misma celebración tuvimos 150 bautismos, 80 primeras comuniones y 85
confirmaciones de pequeños, jóvenes y mayores venidos de los cuatro rincones de
nuestra inmensa parroquia. Tendríais que ver las riadas de gente llegar de los
más remotos bateyes y campitos para participar en la consagración de la nueva
iglesia y para acompañar a los jóvenes que iban a recibir los sacramentos. Eran
tantos los que recibieron sacramentos ese día que el Señor Obispo tuvo que
autorizarnos al P. manel Homar y a mí a bautizar y confirmar simultáneamente
con él
Ese día
fue la culminación de un camino largo de evangelización por parte de muchos:
los misioneros venidos desde España durante tres veranos consecutivos; los
catequistas y evangelizadores que desde Los Llanos fueron tarde tras tarde
subidos en cualquier medio de transporte y tanta gente maravillosa que fue
sembrando la semilla del evangelio de Jesús en los corazones de las gentes de
Gautier y los demás campos y bateyes de alrededor.
Era
imposible no recordar los comienzos de la Iglesia Católica en esa comunidad.
Hacía más de diez años que allí no se había celebrado la Santa Misa o ningún
otro sacramento cuando empezamos. En la primera Misa celebrada en la escuela
aparecieron cinco heróicas mujeres, las únicas católicas que quedaban y que
cuando sus pobres economías se lo permitian se acercaban a pueblos de la
diócesis vecina donde habían oido que podía haber Misa.
Atras
quedaban las Misas al aire libre en el patio de Doña Justa ¡cuantas veces
tuvimos que correr a refugiarnos cuando llovía en medio de la celebración!
También las reuniones en la calle con velas, candiles y linternas para ir
animando las pequeñas comunidades de oración, la incipiente catequesis, los
grupos de jóvenes que iban surgiendo… ¡qué maravilla y que alegrá ver como cada
noche eran más los que se iban adhiriendo a la fe y a nuestras pequeñas
comunidades! ¡cuanto entusiasmo entre tanta pobreza! ¡cuantos recuerdos
hermosos del nacimiento de la Iglesia! ¿acaso sería así en los Hechos de los
Apóstoles en el nacimiento de las comunidades de Corinto, Efeso, Tesalónica…?
Pienso
en tantas personas que se entregaron y se esforzaron con grandísima generosidad
y que no pudieron asistir a esa inolvidable tarde. Pienso en los primeros
jóvenes misioneros españoles que fueron quienes araron y rompieron los primeros
surcos para la siembra de la Palabra de Vida; pienso en las “doñas” de Los
Llanos que con sus Biblias debajo del brazo, venían tarde tras tarde a
compartir la fe con quien había recibido menos. Algunas de ellas ya han
marchado a la casa del Padre y allí seguro que habrán disfrutado de lo lindo
viendo el coronamiento de sus esfuerzos.Qué cierto es que: “uno siembra y otro cosecha…” En apenas tres años esas semillitas
de Evangelio se propagaron como un incendio con el fuego del Espíritu.
Esas
gentes que primero estaban asustadas y acobardadas enseguida se lanzaron por
los caminos y carriles de polvo de lodo y de barro y ellos mismos, los de
Gautier, empezaron a sembrar la Iglesia y a formar nuevas comunidades en los
capos y bateyes de al rededor suyos y fueron naciendo: La Luisa, la Redonda, la
Mula, Magantillo, San José, Cayacoita, Peso en Medio… Cada jueves y cada
domingo salía la camioneta de Gautier repleta de jóvenes y mayores, llenos de
una incontenible alegría, cantando y riendo con sus Biblias y catecismos
dispuestos a proclamar a Cristo vivo y su amor a los hombres. Es verdad que
regresaban al final de la jornada reventados de cansacio, sudorosos, sucios de
tanto barro salpicado y doliéndoles hasta el pelo de tantos botes y vaivenes
por ir apretujados en la cazuela de la camioneta. Esas gentes eran felices.
Haber conocido el amor de Dios les había hecho felices, con una alegría que
sólo podía venir de la presencia de Jesús en sus vidas.
¡Bendito
sea Dios que hace tales maravillas con tan pobres colaboradores! ¡Gracias,
gracas, mil gracias de todo corazón por haber ayudado tan generosamente con
vuestras oraciones, sacrificios y donativos!
Morir de hambre: Ni que decir tiene que no todo
en la misión son brincos de alegría. Durante el tiempo en que han compartido
con nosotros los misioneros venidos de España estos meses de misión, hemos
tenido oportunidad de vivir muy de cerca el misterio de la pasión de Cristo
junto a Jesús abandonado. En el batey de Sabana Tosa, una jóven madre haitiana
había dado a luz a un par de mellizos.
Las
condiciones de vida de ese batey son verdaderamente deplorables. Para cuando
los misioneros fueron a socorrer a esa madre, era muy poco lo que se podía
hacer y menos en nuestro rudimentario hospital de Los Llanos. Era angustioso
ver a esa pobre madre con los mellizos en brazos, desesperada buscando comida,
medicina y algún auxilio.
Por más
que se trató de ayudar, ya era demasiado tarde. Uno de los dos murió un domingo
por la mañana. El diagnóstico médico: desnutrición. Que no es sino una manera
muy elegante de decir sencillamente: hambre.
En
cuanto se supo la noticia de la muerte, vinieron a avisar a los misioneros.
Ellos marcharon inmediatamente al batey y vieron como unos pobres hombres
desarmaron una mesa destartlada y con otras tablas por allí tiradas,
improvisaron una cajita para el pobre bebé. Llovía torrencialmente en los Los
Llanos. Fuimos todos al cemeterio. Allí estaban unos pobres hombres haitianos,
descalzos, cavando el pequeño hoyo para la caja. Nosotros, alrededor, estabamos
como paralizados, sumidos en nuestros pensamientos y oraciones, tratando de
comprender lo incomprensible, intentando encontrar el sentido a lo que
sencillamente no tenía explicación. Mientras, la lluvía nos empapaba a todos,
parecía que esa tarde de domingo lloraban hasta los mismo cielos.
¡Morir
de hambre! Son cosas de las que uno a oido hablar pero jamás pensábamos que lo
llegaríamos a ver. Haber sido testigos de la progresiva angustia de una madre
que iba de un lado para otro buscando el remedio a tanta pena. El hambre
primero era el de la madre que no tenía ni una gota de leche en su cuerpo con
el que amamantar a sus hijos. Incluso llegaron a ver los misioneros como en su
desesperación, la madre trataba de darle cucharadas de unos fideos frios y
asquerosos a estos recien nacidos. También era angustioso ver la impotencia de
los misioneros que trataron de hacer lo imposible por salvar a estos niños.
Los
misioneros, por cierto, si lograron salvarle la vida al otro mellizo, gracias a
que corrieron al hospital de San Pedro de Macoris y rehidrataron al otro niño.
La pediatra no podía dar crédito a lo que veía cuando al preguntar que cuantos
días de nacido tenía el niño, le dijo la madre que cinco meses. ¡Hermanos,
nadie se debería morir de hambre! Cristo-niño se murió de hambre una tarde
lluviosa de domingo en San José de Los Llanos. Nosotros lo vimos y no lo
olvidaremos jamás.
Gracias: Aunque las obras de la misión están
temporalmente paradas por falta de ayuda económica. En nombre de esta misión
quisiera dar las gracias de todo corazón a tantas personas maravillosas y
generosísimas que nos han ayudado a construir lo que ya está edificado.
Como
sabéis, dependemos completamente de la Divinas Providencia, que es el amor
tierno y misericordioso de Dios Padre, que va tocando los corazones de hombres
y mujeres de buena voluntad. No tenemos otra ayuda para subsistir que la
vuestra. Ponemos, una vez más, nuestra confianza en que Dios nunca abandona a
sus hijos.
Con lo ya logrado: Como la mayoría sabéis, hasta
ahora hemos logrado terminar el primer piso de nuestra casa de retiros, donde
este verano se han hospedado los misioneros. Son trece habitaciones, en cada
una hay dos literas con su cuarto de baño. La casa se llama Santa María de Galilea. Aunque es una
mínima parte de del proyecto completo, queremos empezar a usarlo para la
renovación espiritual de los pobres de la parroquia. Para ello tendremos el
primer retiro de fin de semana para chicas, tanto del pueblo de Los Llanos,
como de los campos y bateyes.
Las
jóvenes han acogido la idea con tanto entusiasmo que hemos tenido que pedirle a
las chicas de Los Llanos que se queden a dormir en sus casas para que dejen las
cincuenta camas a las chicas que vienen de otros lugares de la parroquia. Como
no tenemos cocina todavía, le he pedido a las gentes de Los Llanos que cocinen
en sus casas y nos traigan la comida a la parroquia. Empezamos el viernes a las
6pm y esperamos terminar a las 5pm del domingo. Os pedimos de corazón que
encomendéis este nuevo programa de actividades de la parroquia. ¡También lo
pobres tiene derecho a irse de retiro y tener un tiempo de oración, de
reflexión, para escuchar la Palabra de Dios, experimentar su misericordia y
discernir la voluntad de Dios para sus jóvenes vidas!
¡Ayudad!: Si alguno de vosotros se siente movido a
comprometerse a ayudar con sus donativos, puede domiciliarse en la hoja que
adjuntamos. Allí también aparece nuestro número de cuenta bancaría. Como
sabéis, ya está constituda la Fundación
Misión de la Misericordia, para que quien haga sus donativos en España
pueda después desgravlo de su impustos.Recordad que los proyectos que tenemos
entre manos son:
a)
Terminar
la casa de Santa María de Galilea. Falta el segundo piso de la habitaciones, la
cocina, el comedor, la capilla y la sala de conferencias.
b)
Rehabilitar
el barracón que nos han donado en el batey Paloma para hacer otro comedor para
niños desnutridos, igual al que tenemos en Los Llanos. También este será para
cien niños. En ese mismo barracón haremos la capilla del batey.
c)
Construir
la capilla de El Manguito que se cayó con el huracán Georges (ya van dos años).
Desde entonces el Santísimo Sacramento que allí estaba desde hace cuarenta años
lo tenemos en una diminuta habitación de tablas de madera de palma y techo de
cinc.
Nuestro
pensamiento vuela a la Santísima Virgen. Habréis visto que todos los proyectos
llevan su nombre. Esta humilde misión y las pobres semillas que hasta ahora
hemos podido sembrar para con Cristo para ayudar a construir el reino, jamás
hubiesen florecido tan hermosamente sin la presencia virginal de María Madre.
Ella nos ha guiado a todos como a niños pequeños en la fe. Ellas es
verdaderamente Santa María del camino. Nunca estamos sólos, ella va a nuestro
lado, nos anima, alienta, corrige, levanta, espera, llevándonos a todos en el
entrecruzar de sus brazos junto a su corazón. Esta obra es toda de ella, Señora
de las misiones y Madre de la Iglesia.
Ante el
Sagrario de la misión a todos os recordamos. Hazdo vosotros también por
nosotros.
Con mi
más cariñosa y agradecida bendición.
Padre Christoher
Benefactores de la Fundación Misión de la
Misericordia
(Rellenar datos y enviar a Teresa Parladé Soto – C/José Abascal, 42 – 28003 Madrid o al e.mail misionmisericordia@teleline.es )
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Adjunto cheque Mediante transferencia individual a la cuenta
2038-1734-41-6000262259 (Caja Madrid)
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Datos para la entidad bancaria:
Ruego que, hasta nueva orden, atiendan los recibos de la Fundación Misión de la Misericordia.
Nº Cuenta _______________________________
Fdo: _______________________________ (Titular de la cuenta)